22 dic 2014

Sobran las palabras

Hace un par de meses ella estaba buscando unas medias de rejilla para comprar y entró en una tienda on line especializada en fetichismo. Estuvo mirando el catálogo y vió que había un foro. Le picó la curiosidad y se registró. Nada más entrar alguien le habló y le preguntó que buscaba por allí. Le contó lo que quería y él le dijo si le dejaba elegírselas. A ella le hizo mucha gracia el gesto y le dijo que si. El le fué guiando por la página, se veía que la conocía bien, mientras hablaban de gustos, aficiones , etc...Poco a poco se fueron dando cuenta que conectaban y cuando se iban a despedir el le preguntó si le gustaría mantener el contacto. Ella, sin decirle nada más, le dió su dirección del msn. Se despidieron ambos sonriendo. 
Desde entonces hablan prácticamente a diario y se fueron dando cuenta de que en cuestión de sexo estaban casi hechos el uno para el otro. Se descubrieron nuevas sensaciones, nuevos gustos. Planeaban juntos mil encuentros, sitios, situaciones, practicaban cibersexo, teléfono, etc.. Su imaginación siempre les llevaba a algo nuevo que querían compartir. 
Y en verano, decidieron que había llegado el momento de conocerse. Ella se acercaría a la ciudad donde el vivía y pasaría unos días. 
En este momento ahí estaban. Era un calurosísimo día de julio y lo estaban pasando en la piscina. Habían ido muy temprano y estaban en dos tumbonas juntas la una a la otra puestos de costado acariciándose el uno al otro, dándose suaves besos, contándose mil cosas, insinuándose otras mil...Todo de una manera ardiente pero a la vez inocente. Nadie al verlos pensaría que estaban teniendo esa conversión. 
Habían almorzado en el bar, se habían bañado y se disponían a ir a comer a un restaurante en el que él ya había encargado la mesa. 
Recogieron las cosas y se fué cada uno al vestuario para ducharse y cambiarse de ropa. Quedaron fuera. 
Cuando la vió salir, se le escapó una sonrisa. Era sencilla, pequeña, pero deliciosa. Llevaba unas mallas hasta la rodilla negras con un pequeño dibujo blanco y un top liso a juego. Por supuesto la mirada se le fue a los pies, pequeños, cuidados. Sandalias negras con apenas dos tiras de charol y un tacón de unos cinco centímetros fino. El tobillo izquierdo estaba adornado con una cadena de plata con tres piedras de azabache en forma de soles. 
Le abrió la puerta del taxi y cuando ella se acercó para subirse le agarró de un brazo, le atrajó hacia él y simplemente le dió un beso en la boca. Ella le miró sin decirle nada, sólo le sonrió. No les hacia falta más... 
Ya dentro del taxi ella apoyó su cabeza en el hombro de él recorriendo su pecho tamborileando los dedos. En ese momento él recordó que le había contado que una de sus fantasía era masturbarse en un taxi en un recorrido largo. Que en su ciudad por ser pequeña no se podía. Y quitándose las gafas de sol, le miró divertídamente asustado. Ella no pudo contenerse y soltó una carcajada. Simplemente le acarició cariñosamente el pelo... 
Tardaron unos 20 minutos en llegar al restaurante. Una ensalada, una tabla de ibéricos, una de patés y una de quesos es lo que el había encargado para comer. Acompañado con cava. 
El postre lo dejo a la elección de ella. Baileys con hielo y trufas heladas. 
Dejó que se fumara un cigarro mientras traían la cuenta. A él le costaba trabajo apartar la mirada de su pies, como jugueteaba con la sandalia, como se le caía al suelo y lo dejaba desnudo, como la recogía... Estaba deseando besarla, tocarla, acariciarla, fundirse con ella. 
Mientras él pagaba la cuenta ella se acercó a recoger una tarrina de kilo de helado de crema rusa que habían encargado para llevar. 
No estaban muy lejos del metro, así que fueron andando hacia la estación. 
Ya en casa ella fue al baño y él a meter el helado en el congelador. 
-Puedes venir un momento? oyó desde la cocina. 
-Si, voy. Le contestó. 
Cuando entró ella le agarró de las dos manos, le apoyó en el lavabo, le puso su mano en la nuca y comenzó a besarle despacio en los labios. Pasando la punta de su lengua, mordisqueándolos suavemente, metiendo sensualmente su lengua en su boca, moviéndola...Mientras con la otra mano llevaba las de él a sus pechos, duros, con los pezones en punta de la excitación. 
Dejó de besarle un instante para quitarle la camiseta. La dejó en el suelo con cuidado y se quitó el top, dejando una insinuante visión de sus pechos redondos agitados por su espiración todavía dentro del sujetador. 
Agarró la mano de el y la llevo a su entrepierna y con la suya encima la movía despacio acariciando la zona, notando como se iba mojando mientras le susurraba al oído gemidos y le proponía lo que quería hacerle. Notó al hacerlo como su poya crecía dentro aún del pantalón, era algo que habían hablado muchas veces y se habían excitado juntos al planearlo. 
Ella era lujuria en estado puro y él estaba descubriendo que juntos no tenían limite. 
Le mordisqueó las orejas, le lamió el cuello, los pezones mientras soltaba poco a poco los botones del pantalón. Estaban descalzos y le acariciaba su pie con el suyo subiendo hasta la rodilla... 
Volvió a besarle la boca ahora un beso largo y jugoso, sin juegos, solo pasión. Terminó se soltarle el pantalón y se agachó para quitárselo.Cuando iba a volver a ponerse de pie, paró a la altura de la polla mordisqueando el capullo dentro del gayumbo, pellizcándolo despacio notando en sus dedos como empezaba a mojarse. siguió acariciándolo a la vez que se quitaba las mallas. 
Sabia como le excitaba a él verla en ropa interior así que se acercó restregando sus pechos en él y le dijo sensualmente: 
- la ropa interior quítamela tú cuando quieras. 
Pasaron bastante rato masturbándose el uno al otro. El saco los pechos de ella del sujetador sin quitárselo y se los llevo a la boca. Lamió los pezones, los mordió, masajeó las tetas una y otra vez. 
Ella mientras tanto tenia la mano metida dentro del boxer y acariciaba sus huevos, saco fuera de la goma el capullo y se agacho a lamerlo doblando la cintura. De esta manera el veía desde arriba la fina tira del tanga. La cogió con dos dedos, la apartó y empezó a acariciar el culo de ella con movimientos circulares, metiendo despacio un dedo. Ella se movía excitada y sacaba poco a poco la polla del todo. Paró un momento para quitarle los gayumbos. Y cuando él ya estuvo desnudo se arrodilló un momento para ponerle la poya al límite. Ambos sabían que para hacer lo que querían necesitaban estar al máximo de excitación, porque cuando lo hiciesen el orgasmo no se haría esperar. Así que mientras ella tenia la polla dentro de la boca y movía acompasádamente la cabeza a la vez que metía un dedo mojado en su flujo por el ano de el, este le terminaba de desnudar y llevaba su dedo corazón entre los labios de ella dejándolo encima del clítoris húmedo, grande y caliente moviéndolo despacio para mojar bien todo la zona y cada vez acercarse más a la vagina e ir metiendo primero un dedo y luego otro moviéndolos dentro, poniéndola al limite del placer. 
Los dos sabían que el momento estaba cerca así que ella le cogió de la mano y juntos entraron en la bañera. Ella se acariciaba los pechos y el retomaba la postura anterior dentro de ella, besándole en la boca y con la otra mano masturbándose, deseando que ella hiciese lo que tantas veces habían hablado. 
Apenas habían estado unos minutos tocándose cuando ella le avisó que su orgasmo estaba cerca. El aceleró el movimiento de sus dedos dentro de su vagina y apoyó bien la palma de la mano en el pubis. Y mientras sus lenguas se fundían en un lujurioso beso dentro de sus bocas ella se corrió en su mano para al instante después mearse en ella de gusto. 
Sin decir nada solo sonriéndose llenos de complicidad y mirándose a los ojos, ella se sentó en el borde de la bañera y él apoyo una mano en la pared poniéndose de espaldas y comenzó a masturbarse cada vez mas deprisa con la que tenia llena del orgasmo de ella. 
Mientras ella le separaba despacio las nalgas e introducía un dedo húmedo en sus flujos en él y poco a poco se lo lamia cada vez mas rápido cambiando el dedo por su lengua cada vez más dentro. A medida que ella lo hacia el aumentaba el ritmo de su mano y su muñeca, de sus gemidos, de sus jadeos y al poco rato ella sintió como manchaba la pared con el fruto de su orgasmo. 
Cuando calmaron un poco su excitación, el abrió el grifo de agua caliente de la ducha, la cogió de una mano y apoyándola en su pecho y rodeándola con sus brazos se metieron debajo. 
Ella ladeó la cabeza para besarle los labios y simplemente se miraron sonriendo. Sobraban las palabras.



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