12 mar 2015

El desconocido

Era viernes y ella había ido a cenar a un restaurante de la Parte Vieja con unos amigos. Hacía muy buena noche y decidieron sentarse en una de las mesas de fuera. No había muchas libres y eligieron una enfrente de una pareja. Nada más sentarse vió que él levantaba la vista de la carta y se quedaba mirándola. No supo porqué pero sintió un pinchacillo agradable en el estómago cuando sus miradas se cruzaron. Se sentó de manera que quedaba frente a él.
El camarero llegó con el vino. el pan y la carta. Pidieron y ella se dió cuenta de que él la miraba todo el rato y que ya ni siquiera lo disimulaba. Sólo cuando ella le sostenía la mirada, él la bajaba como si estuviese haciendo algo malo.
A ella le entraron unas enormes ganas de jugar con él y empezó a coquetear descaradamente. Se pasaba un hielo por los labios, sacaba sensualmente la lengua, sonreía cuando él le miraba. Incluso llego a guiñarle picaramente un ojo en una de las ocasiones en que mantuvieron sus miradas largo rato.
Dispuesta a no perder la ocasión de pasar un buen rato y viendo que él se levantaba hacia la barra, hizo lo mismo con la excusa de ira a pedir otra botella de vino.
Se coloco a la derecha de él dejando insinuante una estupenda panorámica de su precioso escote. El lo miró de reojo y sintió que toda su anatomia había captado la maravillosa vista.
Ella lo notó asi que viendo que a la izquierda de él estaba el periódico, le preguntó al camarero si lo tenían. Este contestó que sí, que estaba en aquella esquina y ella pasó por detrás de él rozando su espalda con sus pechos y cuando fué a cogerlo, él alargó la mano primero y se le adelantó. Sus manos quedaron una encima de la otra y sus miradas hablaban ya por sí solas.
- Te espero en el baño, le dijo ella, y apartándose de él, se dirigió hacia allí.
El empezó a sopesar que hacía, pero enseguida se dió cuenta de que precisamente eso es lo que no tenía que hacer, asi que no lo pensó más y se dejó llevar.
Ella volvió un momento la cabeza para mirar si le seguía y le regaló una de sus mas pícaras y sensuales sonrisas cuando vió que lo tenía detrás.
Cuando llegaron a la puerta del lavabo, ella le dijo que entrase primero y se quedó en el espejo como si se estuviese retocando el maquillaje.
A los pocos segundos, entró donde él estaba. Le notó excitado y nervioso. Decidió juguetear con él un rato. Le sentó en el inodoro y se sentó encima suyo. Hizo amago de ir a besarle en la boca, pero sólo saco la lengua para lamerle los labios. El estaba a punto de estallar. Necesitaba que se relajase, así que le agarró despacio de una mano y la llevó a uno de sus pechos. El notó por encima de la camiseta un pezón duro y no pudo aguantar más. Le agarró los dos pechos y comenzó a acariciarlos cada vez más y poco a poco fue levantando la camiseta y dejó al aire dos hermosísimas tetas que empezó a lamer insistentemente mientras ella se balanceaba encima suyo acariciándose ambas entrepiernas. Una iba creciendo y la otra humedeciéndose de placer.
Así estuvieron un rato, besándose en la boca y poco a poco fueron bajando las manos para empezar a desabrocharse los pantalones el uno al otro con tranquilidad, como si el tiempo fuera se hubiese parado y sólo importase para ellos lo que ocurría en ese pequeño habitáculo.
En realidad así era, estaban disfrutando cada segundo el uno del otro. Ahora estaban ya tocándose con gran excitación y ella se apartó un poco para que él se levantase. Cambiaron las posiciones quedando él de pie frente a ella. Su polla quedaba perfectamente situada para que ella la agarrase con una mano y pasando la punta de la lengua por el capullo en suaves movimientos circulares hiciese que él se estremeciese de placer. Con la otra mano acariciaba su clítoris y metía un dedo en el coño humedo preparándolo para lo que iba a venir.
Paso de lamérsela a meterla completamente en su boca y moverla dentro sintiéndola inmensa y caliente como se la llenaba entera con sus diestros movimientos de muñeca.
El notaba como su excitación iba en aumento y sabiendo que el momento del orgasmo estaba cerca le agarró del pelo marcando durante un rato el ritmo. Luego paró y sacándola, le levantó, le puso contra la pared y separándole las piernas, se agachó, le separó los labios con dos dedos y empezó a pasar su lengua por el clítoris primero para meterlo en el coño después. Eso les puso a mil, les costaba ahogar los gritos de placer y los gemidos sordos que emitían aún les excitaban mas. Estaban a punto. Ella se dió la vuelta y con un movimiento de cadera se le ofreció por detrás. El sin dudarlo preparó el terreno con dos dedos lubricándolo con los jugos de ambos y cuando estuvo a punto metió la punta de su polla suavemente y a medida que veía que no había resistencia un poco más y un poco más hasta que la tuvo dentro. Se movían acompasadamente sintiéndose el uno al otro. El acariciaba sus pechos y ella estimulaba su clítoris con la cabeza ladeada para poder entrecruzar sus lenguas.
Los movimientos fueron en aumento poco a poco a medida que el clímax se acercaba.
Dejaron de besarse, él la atrajo fuertemente hacia él para aumentar las embestidas sintiendo como se corría. Le besó el cuello y entre gemidos ella le dijo:
- En la espalda, córrete en mi espalda.
El sonrió, levantó la camiseta, esperó a que ella terminase y sacándola despacio la movió firmemente. Y mientras ella terminaba de estremecerse, sintió como la cálida corrida de él inundaba su espalda.
Esperaron un rato besándose, limpiándose y cuando estuvieron listos, salieron juntos del lavabo sin importarles mucho el resto del mundo. En realidad durante un rato, para ellos ese mundo ni siquiera habia existido.


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